Esta leyenda me encanto y quiero compartirla a todos. Se llama Habitacion oscura. Aviso que esta escrita en 1ra persona. Y aqui va:
Habitacion oscura:
Me desvelé.
Me incorporé levemente para ver a mí alrededor y la oscuridad me recibió. Nadie.
Un ronquido lejano me indicaba que mi padre estaba durmiendo plácidamente en su habitación y que mi madre, probablemente, estaba con él. Yo era la única alma que no estaba en paz aquella noche.
Aquella noche en la que estaba todo en calma. Aquella noche que tenía como sonido el silencio, ese precioso silencio en el que uno puede oírse pensar.
Aquella noche oscura en la que uno podía ver, a pesar de todo, lo que tenía en torno a sí.
Decidí levantarme. La sed me estaba matando. Bajé a la cocina, a tientas.
Mis pies desnudos se posaban suavemente sobre los escalones.
Producían un ruido agradable en aquel inmenso silencio.
Llegué al final, despabilándome a cada escalón que había ido bajando.
Torcí a mi derecha y tropecé con una silla. El silencio de la noche se vio súbitamente alterado por un golpe seco de mi cuerpo contra el suelo. Me puse en pie lentamente, asimilando el peso de mi cuerpo y escuchando atentamente. Había otro ruido allí, próximo a mí, y que no eran los ronquidos de mi padre. Volví la cabeza a la izquierda, de donde procedía el ruido, y me topé con la puerta del escritorio entreabierta. Sorprendido a más no poder, caminé hacia el despacho dulcemente, como si mis pies estuvieran masajeando el suelo porque por allí había tirado un cable en el suelo.
Abrí la puerta con suavidad y decisión. De allí procedía aquel misterioso sonido.El ordenador estaba encendido. La habitación estaba a oscuras, tan sólo iluminada por el tenue resplandor de la pantalla del ordenador.
“¿Y esto?”, pensé entonces, “¿qué hace encendido?”.
Me acerqué para apagarlo. No tuve que apartar la silla, pues ya lo estaba, como si alguien hubiera estado sentado en aquel lugar y se hubiera marchado nada más oír mi espectacular bajada.
Entorné los ojos, la luz me molestaba, y observé lo que había en la pantalla.Apareció un documento de Word abierto. La barra del cursor parpadeaba todavía al final del texto y decenas de palabras, frases y pequeños párrafos precedían a esa barra. Aquel texto era este. Lo leí concienzudamente. Describía paso a paso lo que había hecho desde que me había despertado. Pero aquel texto tenía un final que yo todavía no había vivido.
Ese final no estaba terminado aún y la barra del cursor estaba al lado de la palabra “entonces”. Aterrado, di un paso atrás y me alejé del ordenador y de aquel malévolo documento de Word. Lo cerré y apagué el ordenador. Había bajado a beber agua y eso era precisamente lo que iba a hacer.
Anduve raudo hacia la cocina. Mis pies pisaron el frío suelo del salón sin perturbación alguna. Hasta que llegué a la mesa del salón.De allí abajo salió un cable, aquel cable que yo temí pisar anteriormente. El problema estuvo en que no lo pisé, me enredé en él. Caí al suelo. Mi cabeza paró el golpe. Era la segunda vez que me iba al suelo aquella noche, pero en esta no conseguiría levantarme. Llevé mi mano a la cabeza. Un líquido espeso encontré por el camino. Empapaba mi pelo y el suelo y no paraba de manar de alguna parte. La vista se me nubló. Tenía ganas de descansar, el horrible deseo de dormir cuando no te quieres ir a la cama.
Mis párpados se cerraron y me terminé de desplomar sobre el suelo.
Aún tenía la boca seca.
“Entonces, aquel chico caminó con rapidez hacia la cocina. La prudencia que tuvo a la ida no la tuvo a la vuelta. Se enganchó con un cable que había salido de nadie sabe dónde y se partió el cráneo.”
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